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ESTRÉS ACADÉMICO, ¡LA REALIDAD DEL ESTUDIANTE!


Obtener buenas calificaciones, satisfacer los deseos de nuestros familiares, ingresar a una buena universidad a través de una beca son solo tres ejemplos de fuentes de estrés.

En los colegios y universidades de Guayaquil, es común escuchar la frase “estoy estresado”. Sobre todo se suele oír entre el alumnado en épocas de exámenes, finales de quimestre o cuando existe una demanda considerable de tareas. Sin embargo, nadie se detiene a pensar de qué manera afecta esto a la salud física y mental del individuo que lo padece.

El estrés parece tan cotidiano y benigno que se olvida la manera en la que puede perjudicar. En este reportaje se informará sobre la importancia del estrés académico, el cual puede contribuir negativamente a la salud de un estudiante, y de no controlarse puede dar paso libre a varias complicaciones.



Representación de un estudiante rodeado de libros y cuaderno, aludiendo a la demanda desmesurada de tareas. Se puede notar en sus facciones el cansancio. Foto Nicole Maya


¿Qué es el estrés académico? Se debe comprender que se define al estrés académico como “una reacción de activación fisiológica, emocional, cognitiva y conductual ante estímulos y eventos académicos’’ (Periódicos Electrónicos en Psicología. 2011. Estrés Académico).

Y como menciona la psicóloga clínica, Alejandra Vallejo, de la Unidad Educativa Monte Tabor Nazaret:

“Todo aquello que nos saque de nuestra zona de confort u homeostasis nos producirá estrés; y es lo que el cuerpo hace para defenderse…”


Sabías qué… El estrés no solo afecta a los estudiantes sino también a los maestros, esto se puede ver reflejado en la ausencia por bajas médicas, dificultades en las relaciones con el alumnado y otros compañeros, decaimiento del interés por su trabajo, aumento de la agresividad, entre otros. Foto Nicole Maya.

Los altos grados de estrés pueden como consecuencia presentar manifestaciones psicológicas, tales como hiperactividad, ansiedad constante, temor a no poder cumplir con ciertas obligaciones y ausencia de autoestima.

También físicas, como el insomnio o somnolencia, taquicardia, resfríos frecuentes; y conductuales (uso de fármacos, discusiones con otros, aumento de vicios, etc).

Se preguntó a la psicóloga educativa Nancy Salazar, quien labora en la Unidad Educativa DELTA, su perspectiva acerca del tema y comentó lo siguiente:

“El estrés puede llevar al adolescente a desarrollar tendencias a la depresión. Esto se debe a que cuando no canalizamos las emociones, nos frustramos y eso nos lleva a otras instancias emocionales…”

Reconocer que se sufre de esta condición es el primer paso para lograr una mejor calidad de vida, pues conforme a Vallejo los altos grados de estrés “interfieren en el descanso, calidad de sueño, etc…”

Debemos considerar que se menosprecia y empequeñece su relevancia y efectos. El estrés crece junto a nosotros a lo largo de nuestra vida académica y evoluciona exponencialmente hasta nuestros estudios superiores y el trabajo.

Desde temprana edad se acostumbra a normalizarlo, en vista de que no se enseña a mantener un equilibrio y muchos se forman con la creencia de que una nota define la capacidad intelectual hasta la edad adulta.

Según el Mgs. Leonardo Maya, coordinador del área de matemáticas del Colegio Americano de Guayaquil comentó que:

“Las evaluaciones miden el nivel de aprendizaje, mas no la inteligencia porque esta se define a través de un test psicológico. La inteligencia no debe estar enfocada solo a la parte cognitiva”.


¿Qué tan cotidiano es? Para demostrar lo constante y latente que se encuentra el estrés académico realizamos un breve formulario a varios alumnos del Colegio Americano de Guayaquil en un rango de 14 a 17 años de edad, y de acuerdo a la sintomatología mencionada, los nueve entrevistados afirmaron haber pasado por este estado.



Tabla obtenida del artículo de investigación de la Universidad CES Depresión en estudiantes universitarios y su asociación con el estrés académico”: Frecuencia de los problemas académicos en estudiantes universitarios, generados por el estrés. La población estudiada estuvo conformada por 1 344 estudiantes entre los 16 y los 37 años de la Universidad CES en Medellín, Colombia. Con el uso de estos datos se comprueba las alarmantes repercusiones del estrés . Luciana Ruperti de Segundo Bachillerato declaró que: “hay veces que se me acumula el estrés y no me deja pensar bien las cosas”.

La alumna, Giuliana Acuña, contó: “afecta la confianza que se tiene sobre uno mismo por la presión que se experimenta al recibir una calificación; se tiende a estar más inseguro por miedo a responder mal”.


¿Qué debo hacer para combatirlo?


Sabías que… El estrés no solo afecta a nuestra salud, también al cerebro. Pues durante el sueño se produce un cribaje esencial para el aprendizaje y la consolidación de los recuerdos, pero con el estrés del insomnio esto puede reducirse y entonces olvidamos de forma frecuente diversas cosas. Foto Nicole Maya El estrés académico se encuentra tan estandarizado que en ocasiones no se brinda ayuda para combatirlo. Nancy Salazar aclaró: “el acompañamiento de los padres es vital para el adolescente…”.


Por otro lado, Alejandro Vallejo afirmó que:

“Hay distintas estrategias para combatirlo… se pueden utilizar técnicas de respiración, dormir, hacer ejercicio, escuchar música, etc. No a todos nos funciona lo mismo porque no todos reaccionamos igual”

Muchos recurren a espacios de relajación y desconexión como nos manifestó Sara Fariño de 5to Washington:

“Me tomo tiempo para mí misma; me relajo, hago deporte, me desconecto del mundo y mis obligaciones, socializo y recuerdo que existe una realidad fuera de los libros y las preocupaciones del colegio”.

La salud mental es un tema que ha tomado fuerza en los últimos años. Por eso es importante comprender que para ser infelices no sólo contribuyen los factores externos, sino también la visión que tenemos de nosotros mismos y nuestras habilidades.

De acuerdo a Vallejo “crecimos en una sociedad donde ir al psicólogo es algo negativo… uno también va al psicólogo para conocerse”. No se debe aceptar que los jóvenes se enfermen por cuestiones relacionadas a esta condición. Debe existir una conciencia real sobre su gravedad.

Los padres de familia deben informarse y apoyar a sus hijos, recordándoles que están orgullosos de ellos, que son suficientes y totalmente capaces de alcanzar sus sueños si se lo proponen.



¿Entonces… el estrés no es nada bueno?

Ilustración obtenida de @universidades.cr


A pesar de todo esto, es también importante reconocer que el estrés puede resultar un beneficio si sabemos controlarlo y organizarnos.

A través de las propias palabras de la entrevistada, perteneciente a la institución educativa Monte Tabor, es que se explica lo mencionado:

“Si tengo muchas cosas por hacer y no las cumplo, evidentemente empezaré a cuestionarme muchas cosas y esto puede verse como una instancia para aprender”.

Cuestionarse no está mal. Está mal despreciar nuestro talento y capacidades en pensamientos autodestructivos. No se puede ser perfecto en todo, pero sí es posible mejorar aquello en lo que se es bueno.


El estrés nos ayuda a reaccionar, caer en la realidad y enfrentarla.


En conclusión, es esencial aceptar que se sufre de estrés académico para poder tratarlo y cuidar de nuestra salud física y emocional. Padecerlo no solo implica un notable desarrollo de ansiedad, sino también una evidente y alarmante baja en la autoestima.

Según cómo lo manejemos puede llevarnos a dejar de confiar en nosotros mismos y nuestros sueños, dejándonos desorientados y dolidos. No obstante, hay que reconocer que el estrés nos acompañará en el transcurso de toda nuestra vida profesional y académica.

Por lo que es vital aprender a controlar nuestras emociones y organizarnos a tiempo. Empequeñecer su importancia es no darnos un necesario descanso emocional, físico y mental del demandante mundo en el que vivimos.


Elaborado por: Nicole Maya
Editado por: Sara Fariño
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