Como las olas que azotan las piedras en la orilla de una playa, un virus arrasó con nuestra libertad; pues nadie se esperaba que, de un día a otro, la palabra ‘confinamiento’ sea la más común entre nuestros temas de conversación.
Un virus, tan pequeño, que es incluso imperceptible al ojo humano; tan inesperado, que nos vimos envueltos en la necesidad de improvisar; y tan embustero, que para algunos sigue siendo inocente, es la razón de nuestras principales preocupaciones.
Si bien el miedo se ha convertido en uno de nuestros mejores amigos a lo largo de esta crisis sanitaria, independientemente de tu condición física, edad o género; debemos recordar que el ser humano posee una capacidad innata por el deseo de días mejores, y el crecimiento de la fe y la esperanza.
Se habla mucho de la tristeza que embriaga al mundo en estos momentos, pero… ¿realmente cómo nos afectó como personas?, ¿qué efecto causó en nuestros pensamientos?, ¿qué hemos aprendido?, ¿a qué reflexión hemos llegado?
Estas preguntas podrán ser respondidas a continuación, a través de la experiencia de diversos testimonios.
“Estar en cuarentena no ha sido nada fácil, no es lo mismo hacer todas nuestras actividades diarias dentro de casa. Este cambio de rutina puede generar irritabilidad, estrés, tristeza, depresión, cansancio, entre otras reacciones; pues necesitamos de espacio, aire puro y libre, estar en contacto con nuestra naturaleza, con la sociedad.
Y a pesar de que por el momento no podemos hacerlo, uno tiene que tratar de sentirse feliz; que no haya la falta de cuidados; darle sentido a la vida; el disfrute de múltiples actividades que deberíamos realizar, y sobre todo, el cuidado de nuestra salud mental.
Cada miembro de la familia expresa de manera distinta sus emociones en forma e intensidad. Es el momento de observar, escuchar, comprender, tolerar y acompañarse…”
-Mgs. Alexandra Maya; docente de Unidad Educativa Bilingüe Delta.
“Me atrevo a pensar que estas cosas suceden por falta de temor a Dios; por el irrespeto a la naturaleza; por la falta del amor en el corazón de las personas; por tanta falta de ética profesional. Hay un tremendo egoísmo en el ser humano que solo piensa en su propio bienestar.
No pierdo la Fe, y estoy que seguro que después que pase todo esto de la pandemia del Covid-19 las personas buscaremos más de Dios, respetaremos la naturaleza, y tendremos más amor hacia nuestro prójimo. Incluso sabremos discernir y elegir correctamente a nuestros gobernantes, ya que ha quedado demostrado que en Ecuador nuestros gobernantes no estuvieron preparados para enfrentar esta pandemia”.
-Arq. Óscar Maya.
“Al principio el ambiente en mi hogar se volvió algo tenso, debido a la reciente situación, pero a medida que pasaba el tiempo nos fuimos levantando. Es algo irónico porque a pesar de ser siete en una familia, no solíamos convivir tanto como lo hacemos actualmente.
No obstante, eso cambió radicalmente con la cuarentena, la manera en la que nos unimos todos para poder seguir adelante es una de las cosas que más admiro de mi familia…”
-Alex Icaza; estudiante del Colegio Americano de Guayaquil.
“En estos momentos solo presento un desasosiego e intranquilidad en mi cabeza, que me punza cada vez que puede; esta preocupación que gira en torno a mis padres me obliga a cuestionarme: ¿cómo estarán?, ¿se habrán contagiado?, ¿les dieron el equipo de protección adecuado?, ¿pudieron ayudar a sanar a alguien?, ¿será que mañana regresan tal como se fueron, sanos y llenos de vida?
Christian Contreras, traumatólogo, y Anabell González, médico familiar, van cada mañana a laborar sus horas diarias. A pesar, de que existen las ocasiones que quisieran quedarse en casa un poco más, concretan mutuamente que deben de cumplir con su obligación como profesionales en el área de la salud, si quieren ver una mejora en sus pacientes. Mis modelos a seguir se esfuerzan tanto que desearía hacerlo igual, pero el tiempo vuela y yo por mi lado, no lo hago a la misma velocidad”.
-Cristhie Contreras; estudiante del Colegio Americano de Guayaquil.
“El encierro me ha hecho pasar por etapas de ansiedad, estrés, depresión y angustia; estados de ánimo que no todos eran parte de mí, o por lo menos, no tan a menudo…
Los miedos están ahí presentes, el más terrible de ellos es el contagiarse y no saber al final si uno lo puede tener; el no saber cuándo todo esto terminará y podremos retornar a la normalidad es creo, a mi parecer, unos de los mayores miedos que debemos sobrellevar.
Solo Dios nos dará la fortaleza necesaria para soportar y salir airosos y triunfantes de esta pandemia mundial”.
-Dr. Ernesto Ramírez Quimí; docente del Colegio Americano de Guayaquil.
“Son innumerables las noticias negativas que aparecen en las noticias, sin embargo, procuro no abrumarme, ya que, ningún aporte positivo ofrecería. Todos extrañamos a algo, o a alguien, durante esta cuarentena; y es a partir de esto, de donde podemos obtener un mensaje valioso. Debemos valorar, valorar todo lo que tenemos; aprovechándolo y agradeciendo por la oportunidad que se nos ha dado…”
-Nicolás Chang; estudiante del Colegio Americano de Guayaquil.
“Cuando regresé de Florida, todo era estresante y desesperante, porque no sabía cuánto tiempo debía mantenerme en encierro; era algo que jamás había vivido en mi vida. Tuvimos que realizar una cuarentena de 15 días, pero, de todas formas, desde aquel entonces, no hemos salido. Fue angustiante saber que esta pandemia iba a seguir creciendo y que iba arrasar con la vida de muchas personas a nivel mundial y en nuestro país”.
-Luciana Ruperti; estudiante del Colegio Americano de Guayaquil.
“Oro por todas las personas que son mis allegados, mis familiares, mis amigos y las personas que más quiero, para que no se enfermen y no les pase nada. He perdido muchos amigos y familiares cercanos, a los cuales lamentablemente no he podido despedir como es debido por el temor al contagio…”
-Tec. Nelson Narváez; docente del Colegio Americano de Guayaquil.
“El 28 de febrero del 2020 emprendí un nuevo viaje con el propósito de adquirir y mejorar el manejo del inglés; nada podía salir mal, tenía todo planeado. Pasaron dos semanas y el mundo se vino abajo. Todo cerró, escuelas, centros comerciales, restaurantes; había restricciones e incluso nació el miedo entre nosotros mismos.
Tuve que aprender a cocinar, incluso quemé la mantequilla y casi corto mal un vegetal; aprendí a usar la lavadora y a no mezclar lo negro con lo blanco; aprendí a tomar el bus y a perderme muchas veces.
Mi viaje era de 6 semanas y ya voy para los tres meses; y aun así no sé cuándo regrese. Siento que todo esto tuvo que pasar a nivel mundial para que yo aprenda a madurar y a ser independiente”.
-Viviana Montecé; estudiante del Colegio Americano de Guayaquil.
“Con esta terrible pandemia los aeropuertos en Ecuador se han vistos obligados a cerrar., dejándome en Canadá. Mi experiencia en este país ha sido muy buena por el momento. La situación es controlada en cada aspecto posible. El gobierno tomó las medidas y recomendaciones necesarias para evitar más casos, los cuales son respetados y seguidos por sus ciudadanos.
Personalmente, no me he visto afectada, tengo la suerte de quedarme con familiares, los cuales cuidan de mí. Sin embargo, extraño mi familia y hogar en Ecuador. Siempre intento llamarlos y mantenerlos informados sobre mi salud”.
-Mariu Andrade; estudiante del Colegio Americano de Guayaquil.
Podemos concluir en que esta crisis sanitaria nos ha afectado de distintas maneras y en diversas formas; sin embargo todos compartimos algo en común: la esperanza de que algún día nos podremos volver a reencontrar.
Autora: Nicole Maya
Editado por: Sara Fariño